Este agosto me puedo consolar con haber pasado cuatro días en mi ciudad gracias al puente. Menos da una piedra. Esa temperatura suave de calorcito sin pasarse y noches en las que tienes que echar mano a la rebequita de tanto en tanto.
La semana de fiestas inauguradas hace un siglo en todas las capitales veraniegas norteñas para entretener al visitante estival de la meseta. Ha cambiado algo en cien años. la especulación inmobiliaria y la gentrificación están convirtiendo a Donostia en una caricatura. Todos los bares de pintxos iguales unos a otros. Tan iguales que no queda nada de su singularidad ni su autenticidad pues están pasando a ser locales de producción industrial en manos de unos pocos.
Menos mal que siempre quedan rincones.
Mi ciudad favorita desde mi monte favorito.
Y el verano sigue demostrando varias cosas, que cada vez escribo peor y que Europa es de lo más inhumana.
Marco
-
Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando
trabajan juntos como por separado. La única película suya que no me gustó
fue Han...
Hace 2 semanas
2 comentarios:
No solo se está perdiendo la singularidad de los bares en el norte, en el sur y especialmente en Granada, una ciudad conocida por sus tapas, está ocurriendo lo mismo. De todos modos, si nos quitan el turismo ¿que nos queda? seguramente con una España vacía.
En cuanto a Europa, ... una mierda, pero no es de ahora, desde que se inició en 1950 siendo la CECA.
Saludos
Váis fuertes, pero tenéis razón.
Publicar un comentario