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miércoles, 18 de junio de 2014

La serie B de la historia: Principitos y plebeyas

Como no nos están dando el coñazo ni nada con la entronización del próximo baranda de la casa Capeto, vulgo Borbón, voy a referirme no a él, sino a un tío abuelo suyo que vivió una vida cuasi paralela pero que, al pasar de los años, todas las normas estúpidas y extemporáneas quedan en nada, y, sin embargo,  la monarquía selecciona las tradiciones según le viene bien o no. Si nos atenemos al protocolo deberíamos entronizar al mozalbete Froilán, que nos iba a dar un porrón de páginas del Hola que iban a ponérselo muy difícil al Jueves, revista, que aunque va de polémica, hace años que lame las posaderas del poder.

Y así, hace un poquillo más de 100 años, del otro rey español del siglo XX y de la reina Battenberg, aún sin cambiar el apellido a Mountbatten, por eso de que el alemán, en pocos años (la guerra del 14) va a estar mal visto por los británicos y de los Hannover como casa real inglesa se oculta su origen, nació un niño, el primero de seis, de su madre, de su padre ya sería más difícil contar con precisión, al que titularon príncipe a toda velocidad.

Alfonso XIII con el príncipe de Bekelar (Frágil como una galleta)

Era un niño con un grave problema de salud. Hemofílico por parte de madre y aficionado a la velocidad por parte de padre. Mala combinación. Se pasaba la vida en sanatorios por culpa de sus males. En esto que el 14 de abril la familia Capeto-Hannover, alias Borbón-Mountbatten, huye del país. El niño, que ya tiene veintitantos, y que se llama Alfonso, como su padre, acaba en un sanatorio suizo donde conoce a una mujer, Edelmira Sampietro, hija de españoles, pero cubana, con la que pretende casarse. Pero la Sampietro es plebeya, aunque con familia de fortuna, y Alfonso se ve obligado a renunciar a su aspiración a la corona. Se casan en el 33 y se divorcian en el 37, quizá porque el ex-príncipe tenía una relación extramarital con otra cubana llamada Marta Esther Rocafort y Altuzarra. Esta segunda boda dura un par de meses. Se divorcian y al poco, el ex-príncipe se sale con el coche de una curva, y dado que era hemofílico por parte de madre y fan de la velocidad por parte de padre, del leñazo y de las laceraciones exangües, muere. Su hermano siguiente, por ser sordomudo, es excluido del merecimiento de la corona de un país en guerra, en ese momento.

Boda del expríncipe obligado por la norma real

Resumiendo, debido a la ley sálica que puso el demente probado Felipe V, primer Borbón de la casa real española, el heredero de la corona jamás podía casarse con una plebeya si quería ser monarca. No importa que las infantas contraigan matrimonios morganáticos (bodas con consortes de rango inferior) como pasó con las hijas de Alfonso XIII, de Juan de Borbón o de Juan Carlos I. Todas pueden casarse con mindundis, aunque algunos aprovechen la boda para sus chanchullos. Sin embargo, el heredero no puede casarse con plebeyas ni divorciadas, que lo dice la ley y que por eso el anterior renunció a un trono sin visos de adquirirlo por ser una república en guerra, todo hay que decirlo. Pero así llegamos a la historia del inminente baranda con Leticia con zeta.

Felipe V, amado en toda la corona de Aragón, jodiendo como buen gabacho

Leticia con zeta, una joven con ambiciones, casada y divorciada, de familia sin visos de pertenecer a la nobleza, ni siquiera hidalga rural. Mientras el hijo mayor de Alfonso XIII, hace 80 años, tuvo que renunciar a su derecho hereditario por casar con una plebeya, nos encomtramos con un Felipe que no solo no lo hizo hace 10 años, sino que hoy le regalan una coronita pero sin limón en el cuello de la botella.

Felipe , cariño, haz lo que te digo

Ya que coincidimos en que este tipo de tradiciones de casarse con una plebeya son una ridiculez pasada de moda, reconozcamos de una vez por todas que la misma monarquía es otra cosa tan pasada de moda como la primera, y si no se reconoce, apliquemos la ley de Felipe V a rajatabla. Felipe VI no lo puede ser por haber casado un una plebeya divorciada. O jugamos y todos, o rompemos la baraja, si es española, con sus sotas y sus reyes, más adecuadamente.

2 comentarios:

Sara dijo...

En primer lugar felicitarte por tu desparpajo y tu gracia a la hora de expresarte, no solo es el contenido de lo que cuentas sino la manera de contarlo.
En segundo lugar no puedo estar más de acuerdo.
Disfrazan de progreso el cambiar las normas a su conveniencia cuando el verdadero progreso sería superar una institución tan medieval.
Un saludo.

ROSA M. dijo...

Que suerte tener una monarquía que ha evolucionado tanto y es tan moderna, no?
Han evolucionado hasta el extremo que antes les tiraban las cubanas y ahora les van más las alemanas, ¿será por aquello de que ahora somos europeos?
Hoy futbol y mañana coronación, no sé si resistiré tanta exaltación nacionalista jeje