Año de mundial

En estas santas tierras, desde hace milenios, ha funcionado, como en pocos lugares, el pan y circo. Ante corrupciones descaradas, atropellos gubernativos flagrantes y penurias económicas eternas, buscan siempre algo con lo que distraernos. El fútbol suele ser el método más eficaz.

Si la calle está que arde, suscita la polémica por el balón de oro, a ver si se lo dan al argentino del Barça o al portugués del Madrid. De la portera alemana que también lo ha recibido, ni un segundo, porque el fútbol femenino tiene la cualidad de ser invisible. Este año, aparte de la liga y la copa del padre de la imputada (Visto por ahí), hay mundial de fútbol, un evento que se da cada cuatro años. Los años pares que no hay olimpiadas.

El pulpo Paul, protagonista

Bueno, más bien es "la fase final", porque años antes se dan las clasificaciones continentales. Los mundiales de fútbol se dan desde 1930. Ese año Uruguay organizó la fase final y también la ganó. Cuatro años después, la Italia mussoliniana organizó y también la ganó. Y comenzó a darse el fenómeno habitual de que ganara siempre un país del continente que lo celebrara con sólo dos salvedades. Suecia 1958, con el Brasil de Pelé, y Corea del sur-Japón 2002, con Brasil otra vez.

Athletic de Bilbao. Los leones mejor que no aparezcan.

No, no me he equivocado. Hace cuatro años también se dio el fenómeno. Se organizó en Sudáfrica y un país africano la ganó: España. Y si no me creen, pregunten en Francia a partir de qué cordillera empieza África, y no es el Atlas. Además, cada día nos africanizamos más, porque, al igual que en aquél continente tan echado a perder por los países occidentales, a nosotros nos rescatan, nos obligan a pagar deudas con las que nos "ayudan" y nos hacen emigrar. Eso es así y no las trolas con las que están empezando a bombardearnos a base de viajes del jefe de la tribu a los EEUU o las palabras del FMI para que nos sintamos mejor. Terminarán poniendo las criminales concertinas en Irún.