Vivir de rentas

Se acabó lo bueno. Me veré obligada a hincar codos a partir de septiembre si quiero sacar el perfil C de català. Ya no me vale eso de usar los libros de texto como calzadores de muebles, ahora además tendré que abrirlos. Hasta ahora dejaba los ejercicios cada quince días y aparecía por allá el día del examen. Ya no me vale. Está claro que ahora tendré que tragarme la gramática y la fonética. Porque esa es otra, en el examen hay una parte oral y pretenden que mi dicción catalana sea exquisita, lo cual es totalmente imposible porque llevo viviendo en Catalunya tres días y tengo acento hasta en castellano. ¿Me pide que pronuncie bien un tío que destroza mi exótico nombre vasco? Que irónico.

No me creáis una fanfarrona, espero que no, pero es que ya me fastidiaba tener que demostrar que sabía hablar y escribir en euskara perfectamente. Incluso haciendo maldades, cuando vino a examinarme una chica vizcaína que hablaba vizcaíno y ma salió mi vena hooligan y me pasé el discursito hablando en navarro. (Sí, Miguelico Sanz, sí, el "navarro" existe por mucho que te joda) Todos mis ataques insumisolingüísticos vienen de entonces.

Le hizo mucha gracia a mi mitad que el profe de català, que por cierto tiene una manera algo antididáctica de dar clases, me preguntara si me dedico a la medicina por mi letra. Mi letra es como yo, fea, apresurada, pero intenta ser lo más correcta posible.