Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

viernes, 18 de noviembre de 2016

Al pie de la letra

Se sentó a la mesa del modesto restaurante y en cuestión de un abrir y cerrar de ojos, apareció el camarero de escaso cabello aceitoso y magro de carnes vestido con una camisa blanca impoluta, abiertos los últimos botones del pecho y con las mangas enrolladas sobre los codos.

  - Buenas tardes. ¿Quiere saber el menú?
  - Buenas tardes, sí, por favor.
  - De primero: ensalada mixta, lentejas estofadas, pastel de cangrejo o sopa de cocido.
  - Mmm, las lentejas.
  - De segundo: albóndigas caseras, merluza a la plancha, escalope con patatas o dorada al horno
  - Una dorada, entonces.
  - ¿Y de beber?
  - Una cerveza bien fría.
  - De acuerdo.

Y marchó el camarero con la comanda. No tardó en volver a la mesa con la cerveza fría, primero, y luego con el plato de lentejas. Sirvió al cliente y quedó a su lado. Al primer bocado, el camarero empezó a declamar:

  - Yo nací en esta ribera del Arauca vibrador, aunque nunca he estado en el llano de Venezuela y mi alma no es llanera sino alcarreña. Soy de la serranía de Cuenca. Mi abuelo tenía una casita con una parcela de tierra de la que sacaba para que comieran, muy poco, toda su extensa prole. En casa de mi padre es que no les quedaba ni la miseria para repartir, por eso, en cuanto lo mandaron al servicio militar, y le tocó en esta zona, decidió quedarse para poder vivir. Ya en aquél pueblo de Cuenca no quedan ni las arañas. Y yo nací aquí, ya que mi padre se casó con una chica de la zona, mi madre, que.....

  - Oiga, ¿Por qué me cuenta esto? ¿Es que no puedo comer sin soportar el serial radiofónico?- exclamó irritado el cliente.

  - Ah, quizá el caballero no ha leído bien el cartel. Se especifica claramente: "Menú diario, brasa diaria". La brasa la doy yo, señor mío. Pues como le decía, yo me crié aquí. En este mismo barrio, del que no me he movido, porque bien a gusto vivo de toda la vida. Aquí corría de chico con mis amigos que....

Tal cual

La brasa duró hasta los postres, el café y la copita de coñac segoviano, aunque las esperanzas de beber para olvidar del cliente no se hicieron realidad.

1 comentario:

Emilio Manuel dijo...

Seguro que no le dejó propina.

Saludos