Vestigios de otros tiempos

No es nada nuevo que las crisis rompen los ciclos económicos establecidos. Nos encontramos en medio de un cambio, igual que a mediados de los 80 del pasado siglo. La reconversión industrial, producida por la crisis del petróleo del 73, dejó miles de desempleados de una industria creada a la sombra de la autarquía dictatorial que se había quedado vetusta. Navales, minerías, siderúrgicas, metalúrgicas, textiles... Mucha gente sufrió un desempleo feroz.

Con anterioridad, y como era normal, había muchos pequeños bancos surgidos al calorcito de las empresas fuertes de cada zona, con el tiempo los bancos vieron que había que fusionarse o morir, y así surgieron las entidades bancarias súperpoderosas que, esclavizan, generan crisis y siguen beneficiándose ejercicio tras ejercicio, al contrario que muchos de sus clientes.

Los bancos españoles se fueron fusionando entre ellos, prejubliando a un montón de empleados y abandonando edificios que, curiosamente, si no quedan como un fantasma en plena Plaça de Catalunya, como es la antigua sede del Banesto, se convierten en tiendas de ropa imitando a las de inditex, pero cuyo dueño es el cortijo (el corte inglés), como es el sfera de arriba de las ramblas, que fue el famoso Banco Central, donde hubo un famoso atraco a principios del verano del 81. Por cierto que si os interesa el tema, hay un excelente documental producido por la TV3, en el que el jefe de los asaltantes habla, y el antíguo jefe de la guardia civil, Aramburu Topete, vuelve a mentir, como ha hecho toda su vida, ya que los vencedores de la guerra tienen derecho vitalicio de pernada.

Pues encuentro otro vestigio de que los viejos edificios de los bancos aún sin fusionar dan paso a franquicias de ropa cara comprada barata a los que la cosen en el lejano oriente durante doce horas al día .

En el banco hispano-americano hay un Benetton.