Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

miércoles, 26 de junio de 2019

Momentos de publicidad

La campaña de verano de la empresa de seguridad más popular del país comenzaba en primavera a la vuelta de la semana santa. Una machacona campaña publicitaria en prensa, radio y televisión sobre lo inseguros que estamos dejando la casa sola y sin defensa ante la llegada de desaprensivos que codician los míseros bienes de los domicilios de la clase trabajadora que aún puede permitirse el viajar, nada exótico, al pueblo de los padres o abuelos o a ese lugar de la costa donde se han pillado media pensión en un hotelito de precio razonable después de hacer muchos equilibrios con la contabilidad familiar.

Esa empresa de seguridad montada entre prohombres del antiguo régimen, nada que ver con la revolución francesa, y acaudalados técnicos de seguridad que habían huido de esos países del cono sur americano donde se aplicaron con saña mientras aquellas respectivas dictaduras les palmeaban la espalda y les nutrían de un más que jugoso sueldo a fin de mes. Una vez reinstaurada la democracia ultraliberal en aquellas regiones australes  estos nuevos técnicos en seguridad aterrizaban en la madre patria para huir de una condena segura por crímenes contra la humanidad y pasaban a estas incipientes empresas de protección privada en aquellas épocas de los pantalones pata de elefante, camisas con cuellos picudos, pelos espesos y patillas en forma de hacha.

Lo mismo te contrato una alarma que te envío una pizza por uber eats o te hago una oferta de telefonía 5G.

Y la campaña publicitaria, creando miedo y desconfianza, seguía su curso durante la primavera y se redoblaba a comienzos del verano llenándote las emisoras de radio y los anuncios de la tele de terroríficos ataques de ladrones destrozavidas que se defecaban en el cajón de la ropa íntima para mayor humillación.

Si hasta tenían en nómina a un par de bandas de rateros que se llevaban una comisión si tras su visita a barriadas de clase media o urbanizaciones adosadas/quiero y no puedo aumentaba la demanda de sus servicios por la zona.

Miroslav, que trabajó en "Cofibís" anteriormente, te explica las tarifas de la alarma

Eso sí, en el anuncio la eficaz telefonista que hablaba con la cliente que deja para última hora el poner la alarma mientras hace la maleta para largarse en un par de horas y a la vez se prepara un lenguado a la meunière, te juraba por su madre y por todos los santos a los que les tenía fe que el instalador correcto, guapo, con olor a recién duchado y maneras suaves te llegaba en un ratito de nada, te colocaba la alarma en un momento, te recogía los cables desechados, te hacía la lavadora de blanco y te acababa las maletas mientras te recitaba a sonetos italianos del renacimiento.

Luego el que venía era un malencarado quejica habitual, tarde y mal,  que se tiraba cinco horas para hacer la instalación, o casi porque te lo dejaba a medio montar, dándote cuenta en ese preciso momento que la famosa empresa de seguridad te estaba tomando el pelo, eso sí, a un precio estupendo por la oferta del mes.

3 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

A mi me da igual eso de la seguridad, alarmas, detectores de movimiento, cámaras de visión nocturna, etc, etc, no creo que vengan a robarme y si lo hacen, se van a llevar poco, aunque si hacen la puñeta, teniendo en cuenta que ni a los futbolistas top, que tienen hasta guardias de seguridad, pueden evitar que les roben, que podemos hacer los "probeticos", que les den por culo a todas esas empresas de seguridad formadas por personajes de dudosa calaña, donde no me gustaría pensar, aunque ya lo he pensado, que son ellos mismos los que generan ese miedo.

Saludos

Esti dijo...

Odio (con la fuerza de las mares, con el ímpetu del viento) los anuncios de Prosegur. Fíjate que los odio casi tanto como los de casa Tarradellas o Kinder, que ya es decir.

nineuk dijo...

Por favor. Si alguna vez a alguien le recuerdo a los protagonistas de ese spot radiofónico de las alarmas le pido que me dispare . Sin piedad. Lo dejo por escrito.