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lunes, 10 de junio de 2013

La serie B de la historia: El canciller Ayala, un tipo con suerte.

El valle de Ayala se encuentra en la provincia de Álava, de allá era la familia de los López de Ayala. Uno de ellos, don Pedro López de Ayala, por sus favores al monarca, bueno, a uno de ellos, fue nombrado canciller. De hecho, uno de los hoteles con más relumbrón de la ciudad de Vitoria se llama así: "Canciller Ayala".

Pedro López de Ayala a los pies del papa de turno.

Pedro López de Ayala era el hijo segundón de don Ferrán López de Ayala, y como tal, estaba destinado a ser hombre de iglesia, pero su hermano mayor murió repentinamente y el padre lo recuperó para la vida mundana, y el linaje hidalgo. Así se daba el extraño hecho de que, aparte de ser hombre militar, tuviera gusto por la escritura. Siendo aún un joven aprendiz de su padre se dio en la corona de Castilla la guerra fratricida por quedarse con el trono entre el legítimo Pedro I, para los nobles "el cruel", para el pueblo llano "el justiciero", y su hermano bastardo Enrique de Trastámara. Los López de Ayala tomaron partido por Trastámara, traicionando a su señor, que no se arrugaba a la hora de cepillarse hijosdalgo.

El canciller Ayala posando para el Hola.

En la batalla de Nájera, a Pedro López de Ayala lo captura el príncipe negro. De este color era la armadura de Eduardo de Woodstock, un apellido bien hippie, que era príncipe de Gales, aunque nunca fue rey, y que era un auténtico mercenario que dejó plantado a Pedro el cruel porque este no le pagaba la factura de sus trabajitos batalladores.

Batalla de Nájera

Total que a nuestro López de Ayala lo captura el príncipe negro, lo cual fue una suerte, porque este iba por la pasta del rescate, que si llega a ser el mismo rey, se lo cepilla en un pis-pas. Acaba hecho prisionero en un castillo mientras el rey y su hermanastro luchan a muerte en feroz duelo. Pedro está a punto de cargarse a Enrique, cuando media en la pelea Bertrand Du Guesclin y cuenta la leyenda que diciendo aquello de "ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor", echó una mano a éste, que era Enrique, y se cargan al legítimo rey.

Recreación del duelo fratricida

Entronado ya como Enrique II de Castilla, y liberado Pedro López de Ayala, a este le llueven señoríos y tierras por los favores prestados. Pero nada dura eternamente y Enrique II palma y es sucedido por su hijo, Juan I de Castilla. Juan pretende ser también rey de Portugal, pero otro Juan, de Avís, como los coches de alquiler, se le adelanta. Y montan una guerra para ver quién se queda con el trono luso. A Pedro no le hace ninguna gracia, pero apoya al Juan castellano. El de Avís sale victorioso, sobre todo en la batalla de Aljubarrota, definitiva para que Castilla abandone las pretensiones sobre Portugal. En dicha batalla, López de Ayala debe cederle su caballo a Juan de Castilla para que este escape. Hecho prisionero el de Ayala, aprovecha el tiempo de cárcel para componer parte de su obra literaria, como el Rimado de Palacio. Gracias a esta batalla existe en Portugal el monasterio da Batalha, que es una preciosidad gótica digna de visitarse.

Batalla de Aljubarrota

Recobrada la libertad, fue personaje influyente de la corte el resto de su vida, hasta que murió y fue enterrado en Quejana, su tierra natal, donde está su sepulcro de matrimonio (Él y su esposa).

Tumba de matrimonio en Quejana (Araba)

2 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Historia historia.
Verdadera, según he estudiado.

ROSA M. dijo...

Siempre me han gustado los cuadros o tapices de batallas, no por la batalla sino por la dificultad que representaba para el reportero gráfico de la época.