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martes, 23 de junio de 2020

Pasajes de la biblia: La leyenda urbana de la madre y los siete hijos

Pues sí, amigos, dentro de la biblia también se pueden encontrar esos cuentos para que te queden claras las leyes religiosas que quedan bien asimiladas a base de infundir miedo, porque hay alimentos prohibidos, pero a la hora de las infusiones, el terror tiene barra libre.

Justo antes de contarnos la luctuosa historia de esta madre con los simbólicos siete, tan recurrentes en su tradición mosaica, nos tornan a repetir las razzias militares de los reyes de origen heleno y nos presentan el martirio de Eleazar, al cual apalizan por no querer comer carne de cerdo, animal prohibido por tener la pezuña quebrada. No es sólo por el puerco, si le hubieran invitado a una mariscada hubiera pasado lo mismo: De los frutos del mar sólo los que tienen escamas. Langosta, no.

Así que después de horrorizar a los lectores con la muerte por linchamiento del anciano que rechaza jalar jamón, nos cuentan la historia  de una madre y sus siete hijos, todos varones, por supuesto, que son apresados por los invasores griegos y delante del rey son conminados a probar carne porcina. Uno a uno lo rechazan y son sometidos a una cruel tortura: Les despojan de la lengua, luego del cuero cabelludo y luego de pies y manos. Para acabar es frito en una sartén. 


Cómic para ilustrar en la fe a los jóvenes que ven Masterchef.

Os voy a ahorrar el relato, pero como es lógico caen uno a uno hasta que sólo quedan la madre y el menor y el rey pide a la madre que le diga al hijo que se pliegue a las costumbres helénicas. La madre, claro, al hijo le dice lo contrario, y el rey, al que muestra como un auténtico Billy el Niño, lo manda matar con mucho sufrimiento. Luego va la madre, claro.


El martirio de Santa Felicidad y sus siete hijos.

¿Y qué hemos sacado en claro de esta lectura? Primero que leyendo esto una ve claramente como los torturadores de Chile, devotos católicos ellos, se basaron en todo esto para torturar a Víctor Jara. Segundo que es una historia típica de contar en un campamento con la linterna encendida pegada a la cara y siendo prólijos en casquería y tercero que tiene una pinta de falso que tira para atrás. Parece una historia sacada del Inda macabeo de la época, pero, claro, tiene su rotunda intencionalidad: Guárdate de los gentiles que son todos unos bestias, crueles y asesinos y comen carne de niño, eso sí, envuelta en jamón de cerdo.

Esto de ver a los otros desconocidos que no son nosotros como gentes de poco fiar, de costumbres impías y mal vistas por nuestro dios propio son aplicables a todas y cada una de las culturas habidas y por haber. Los otros comen cosas asquerosas y, a veces, son caníbales. Hasta los blancos cristianos que se van comiendo (Y bebiendo) cachitos de su dios en cada eucaristía.


Santa Sinforosa y sus niños de la palma (de mártires) con el semblante un poco "eccehomonizado".

Y hablando de cristianos: Los cristianos, cuya religión no deja de ser un judaísmo tamizado, siempre se han dedicado a plagiar ciertas historias efectivas y "educativas" como esta, y así, mira que es curioso, se da un hecho hagiográfico (De las vidas de los santos) calcadito al de la historia de la mamá macabea y sus siete retoños varones. Santa Felicidad, porque la iglesia le pone nombre a todo, era la madre de siete hijos santos;  Jenaro, Félix, Felipe, Alejandro, Silvano, Vidal y Marcial, ya estamos en el siglo II, unos 300 años después de la historia "original", y son los romanos los que intentan hacer renegar de la fe a los cristianos. Ya sabéis cómo acaba. Lo mismo pasa con Santa Sinforosa y sus ¿Adivináis? siete churumbeles romanos: Crescente, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio. 

Leyendas, no se si llamar urbanas, para afianzar la fe ante el ominoso gentil.

1 comentario:

Txomin Goitibera dijo...

Hay tantas historias historia, incluso entre las tenidas por reales que son en realidad fotocopias de otras, que no acabaríamos de contarlas. Más cerca, en la península tenemos las historias clónicas de Numancia y Sagunto (Antes muertos que entregaos). También las llamadas batallas de Covadonga y Poitiers tienen muchos rasgos comunes.
Tiene gracia que el martirio de la madre y los siete hijos se cuente en el Libro II de los Macabeos que fue originalmente escrito en griego. La época en la que supuestamente ocurrieron esos horrores fue el siglo II a C y la población era bilingüe greco-aramea, el hebreo ya era una lengua muerta desde hacía un siglo y sólo se usaba como lengua de culto. De hecho el hebreo moderno es una elaboración de finales del siglo XIX a partir del hebreo bíblico y talmúdico.

Arratsalde on.