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jueves, 23 de mayo de 2019

Cuentistas

Hace unos años hay quien afirmaba que en España no había fascismo, cosa impensable porque en España el fascismo triunfó desde que se impuso por las armas en 1936 y jamás fue descabalgado del poder. Esta semana hemos podido comprobar como una recua de fascistas que ha llegado al hemiciclo es capaz de faltar al respeto a miles de electores formando un estruendo vergonzante mientras algunos diputados toman posesión de su cargo. Y más vergüenza ajena que nos han de dar pasar durante la decimotercera legislatura recién estrenada.

No nos pilla de sorpresa el discurso misógino de este partido. Su machismo prepotente es difundido a lo largo y ancho de esta piel de toro de la que se creen legítimos amos plenipotenciarios. Sin ir más lejos, el otro día, un sosias de Mortadelo, ya que de personajes de fábula hablamos, se atrevió a contarnos el cuento de Cenicienta, alegando que las que maltratan a la huerfanita son su madrastra y hermanastras. Lo que calla el listillo de la T.I.A. es que ese cuento lo recogió a finales del siglo XVII un varón francés que atendía por Charles Perrault, autor, además de otras adaptaciones del acervo popular como caperucita roja, el gato con botas o Pulgarcito.  Pero da igual que fuera Perrault, Andersen o los hermanos Grimm, los cuentos se crearon para adoctrinar a los niños, sobre todo a las niñas.

 Charles Perrault, un cuentista versallesco con su pelucón.


Hay que ser una niña buena y obediente, nada de travesuras que te llevan a pasarlo mal, y cuidado con las brujas, que son esas señoras que viven sin la dirección de un hombre, como Dios manda y que saben demasiadas cosas, como remedios medicinales. Son el mal, porque no las podemos controlar, y por eso las retratamos sucias, feas y desgreñadas. La fealdad es el caballo de batalla de las feministas malvadas . Ya lo dice Mortadelo estas "feministas feas que le dicen a las mujeres lo que tienen que hacer" y no los hombres, como siempre ha sido, los que domestiquen a la hembra. Porque a las mujeres siempre hay que enseñarlas, sean feministas feas, cuentistas súbditos de los Capeto o personajes de tebeo enrolados en partidos fascistas.

Hay que ser obediente, decía, porque la obediencia  te recompensará con un futuro de pasiva esposa, objetivo principal de la mujer. Aunque las malvadas y ociosas familiarastras que tengas a tu alrededor  te puteen cosa mala, y quizá porque no se dedican a las tareas propias de su sexo, no se verán recompensadas con el rescate y el amor redentor de un varón que siempre está por encima de ti, y por eso es un príncipe. Porque, encima, la realeza es guay, son todos bellos, visten bien, tienen modales y expelen ventosidades con aroma a fresas.

Personaje de tebeo que habla de personajes de cuento

Los cuentos moralizantes, los cuentos aleccionadores, los cuentos, con mensaje para las niñas buenas, para que no se pasen al lado oscuro, para que su único objetivo en la vida sea ser esposa. Casada y tutelada por un varón, porque una mujer no tiene seso para valerse por si misma, y si lo hace, es una bruja, libre, sin tutela mala y, sobre todo, fea. Porque eso es lo más importante de la moraleja: Las hermanastras de Cenicienta son feas y lo único que importa, queridas mías, que lo dice el paradigma de la belleza masculina. Claro que en su caso, como es un varón, cuenta más su seso, si es que lo tiene, en el caso de las mujeres, y lo dicen de viva VOX, cuenta más su sexo. El resto ¿Para qué?

Y así, Mortadelito voxcinglero te explica que las maltratadoras son mujeres, pero se calla que los cuentos los escribieron los hombres para educar y domesticar a las mujeres, como si el jodido cuento fuera tan incuestionable como ese  cero coma cero siete por ciento de denuncias falsas que cometen las mujeres según la fiscalía del Estado. El fascismo no cambia y se alimenta de trolas y demediadas verdades.

2 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Sobre los cuentos de toda la vida hay para dar y tomar, al menos me tiré todo un curso académico estudiando desde un punto de vista antropológico y uno se lleva sorpresas para dar y tomar, teniendo un objetivo, dominar a un sector de la sociedad, a la mujer y a los niños.

Saludos

Leopold Estapé dijo...

"El fascismo no cambia y se alimenta de trolas y demediadas verdades." Muy bien por el artículo ¡¡¡