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Tmeo, la mejor revista de humor

sábado, 29 de diciembre de 2018

Ametzagaina

Los días entorno a la navidad una servidora hace lo que cierta casa turronera y regresa a su lugar de origen donde da paseos por los alrededores aprovechando la bonanza climatológica y es que el sol suave lo permite.

Vistas desde el mirador sobre Loiola y el Urumea

Así que acabé adentrándome en el parque urbano de Ametzagaina, que ahora luce cuidado, emerado, lusstroso y limpio, no como cuando era cría, que era un montículo lleno de maleza impenetrable y huertos rapiñados al suelo municipal.
 La entrada al parque desde el centro comercial Garbera (Viniendo de Marrus y Lau Haizeta)

Ametzagaina significa "alto del rebollo" que es ese árbol de la familia de los robles y encinas que, en fino, idea de Linneo, se dice "quercus pyrenaica". Cuando era cría por aquella zona más que rebollos lo que había a patadas eran laureles y, entre los laureles, había las ruinas de una edificación de piedra por donde nos colábamos. Lo que no sé es cómo nos lo permitían nuestros padres, porque había huecos abiertos a un vacío no muy alto pero lo suficiente para tener que ir a escayolarte a urgencias en caso de caída, si es que te encontraban entre las zarzas y setos enmarañados. Menos mal que nunca pasó nada.


Ruinas militares adecentadas.

El fuerte militar desde el que se domina gran parte de la bahía donostiarra, porque las ruinas fueron eso: un fuerte, data de 1838, de la época de la primera guerra carlista, esa en la que muchos guipuzcoanos luchaban, más que por la línea sucesoria de la monarquía, porque el pretendiente, tío de la reina, juraba mantener los derechos forales que los nuevos aires de Madrid, que miraban a París, pretendían derogar para construir el estado nación que no existía, ya que aún España se delimitaba en reinos,principados, aduanas internas y desbarajuste de los límites provinciales.


Una nota informativa.

San Sebastián era una ciudad liberal cercada por una provincia tradicionalista y en los montes de alrededor, se apostaban tropas de uno y otro ejército para imponer por las malas lo que no podía acordarse por las buenas. Enfrente de Ametzagaina, al otro lado del río Urumea, se encuentra el alto de Zorroaga, y un poco más hacia el sur el de Oriamendi, donde se apostaban las tropas cristinas (liberales), en ellas, cuando la tomaron los carlistas, dice la leyenda que encontraron la partitura que, desde entonces es el himno de los foralistas y que se llama como este promontorio.

Se llamara Ametzagaina. pero siempre ha estado plagada de laurel (Ereinotza)


Pero no estaba yo en Oriamendi, sino en mi barrio, donde se encuentra Ametzagaina, y después de adentrarme por las ruinas del fuerte, ahora limpia de maleza y llena de cómodas pasarelas, bajé hasta el mirador desde donde se contempla la ciudad donostiarra de espaldas. A mis pies, Loiola, en la ribera del Urumea, un poco más allá el barrio de Amara-Osinaga, la torre de la catedral fina y elegante contrasta con la torre de Atotxa, un adefesio visible desde casi todas partes, y, al final, Urgull.

Avellanos de doradas ramas bajando al mirador.

No me da tiempo a bajar hacia Uba, que es la ribera que da al barrio de Martutene. Otro día recorreré esta vertiente del parque. Por hoy, listo.

2 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

No me sorprende que se realice tanto novela negra, según describes el paisaje da para ello.

Saludos

Esti dijo...

Emilio tiene toda la razón. Puedes añadir a alguien de espaldas en cualquiera de esas fotos y ya tienes el suspense servido.