Mañana es el gran día. Mañana culmina el centenario de la revolución rusa que se viene produciendo desde febrero, que fue gradual y que culminó con la toma del poder por parte de los soviets.
Soviets en la nieve. Hasta aparece Trotski saludando a lo militar al lado de Lenin
Rusia es un inmenso país, un pedazo de tierra enorme y diversa poblada por multitud de etnias y culturas que tenían la desgracia de vivir en un medievo eterno gracias a su complejo entramado social, con una aristocracia parásita, una burguesía no demasiado desarrollada y unas clases bajas, la mayor parte de ellas, en el mundo agrario, poca industria había aún, y si la había era gracias a la inversión extranjera. La clase baja era numerosísima y aún había restos de una esclavitud real abolida finalmente en la segunda mitad del XIX.
El vasto imperio ruso lleno de hambrientos esclavos
Nos es muy difícil, desde nuestros ojos occidentales, entender el pueblo ruso. Su concepción del mundo difiere en mucho de la nuestra. La clase dirigente conducía a la muerte a la desfavorecida sin ningún miramiento. La Rusia zarista guerreaba a gusto por disputar tierras. La última, meterse contra la siempre enemiga Alemania, un país construido hacía cincuenta años, por controlar los Balcanes.
Niños rusos a los que les cambió la vida, para bien
Eso era la primera guerra mundial y el ejército de la Rusia zarista enviaba a miles(millones) de pobres súbditos a morir por la codicia de unos aristócratas, hasta que, hartos, en febrero(nuestro marzo, que el calendario gregoriano aún no chutaba en esa Rusia medieval, y se contaba en el juliano) de 1917 se sublevaron contra el zar. Mientras los ricos rusos soñaban con la gloria militar, millones de rusos se morían de hambre. Los lujos de unos pocos enervaban a millones. Esta fue una de las razones de la caída de la Rusia de los zares.
Lenin dando un discurso
Claro que en estos seis meses de cambios hubo altibajos en el poder. Primero tomaron la dirección de la nueva Rusia los políticos moderados con Kerenski al frente, mientras en el vasto campo ruso y en los núcleos industriales, eran los soviets, asambleas de campesinos u obreros fabriles, quienes tomaban las decisiones.
El ejército, harto del zar
Los enfrentamientos llegan a una tensión insoportable y es en octubre, nuestro noviembre gregoriano, cuando se derroca a los rusos blancos del poder. Los soviets toman el mando y, durante cinco años hay una guerra civil que acaba con la victoria de los rusos rojos frente a los blancos.
Esta, claro, es una muy escueta pincelada sobre los acontecimientos de aquél 1917 que enseñaron al mundo que las cosas se podían hacer de otra manera, que la reforma agraria era posible y necesaria y que un país tan pobre como aquella enorme Rusia podía convertirse en un gigante industrial, cultural y militar.
Los soviets expulsan a los políticos moderados hartos de "más de lo mismo"
Desde nuestros ojitos capitalistas seguro que surgen comentarios sarcásticos sobre una pasada historia de la que conocemos muy poco, porque la conocemos muy poco, pero hay que pensar en que para millones de pobres de aquella Rusia, la revolución bolchevique les supuso una mejora vital que no habrían soñado en su vida, ni siquiera en varias generaciones. Conocemos poco y mal a Rusia, sobre todo, porque nuestra concepción del mundo no tiene mucho que ver.
La Unión Soviética, como toda creación humana, tenía grandes logros y grandes fracasos, pero el que desentrañara una importancia primordial en nuestro planeta, no debe caber duda. Vuelvo a repetir que no entendemos igual el mundo que el sufrido pueblo ruso, por eso hay cosas que no comprendemos, pero, este gran pueblo consiguió en muy pocas generaciones, y siempre gracias a la URSS, un progreso traducido en un desarrollo industrial y cultural que no podemos ni imaginar, pero sí admirar. Celebremos, pues, el centenario del fin de la opresión de millones de seres humanos sometidos por unos pocos y excesivos aristócratas que no pestañeaban en matar de hambre o en el frente, o los dos, a sus esclavos, que se convirtieron en vanguardia del mundo.
Marco
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Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando
trabajan juntos como por separado. La única película suya que no me gustó
fue Han...
Hace 1 semana
1 comentario:
Si hace 100 años los trabajadores rusos no hubieran tomado el poder, hoy no tendríamos ni la mitad de los derechos de los que hemos disfrutado (y que, lamentablemente, hoy están siendo recortados a paso acelerado).
Saludos Rojos
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