Tengo un bló

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martes, 17 de septiembre de 2013

La mujer fabulista

Una escritora de comienzos, muy comienzos del XIX. Poco conocida por dos cosas que la condenan, primero, el ser mujer, segundo, el escribir en un idioma más que minoritario, a extinguir.

Era Bizenta Mogel (Léase Vicenta Moguel) una joven muy inteligente, nacida en la villa de Azkoitia en 1782. Esa Azkoitia de ilustrados, los llamados "caballeritos", de la real sociedad bascongada de amigos del país (sí, bascongada con "b"), comandada por el conde de Peñaflorida, para desarrollar la ciencia y las letras, donde los hermanos riojanos Elhuyar desarrollaron los primeros estudios acerca del wolframio, también llamado tungsteno. Con ese admirador de Esopo y Lafontaine que era el fabulista alavés Félix María Samaniego.

Imagen de Bizenta extemporánea.

Bizenta provenía de una familia erudita. Su tío Juan Antonio Mogel había tenido el honor de escribir la primera novela en euskara Peru Abarca en 1802. Bizenta, de niña aprendió sola latín al ver como un hermano suyo estudiaba para sacerdote. Con 22 añitos, en 1804, publica su Ipuin onac (Buenos cuentos), una serie de fábulas, algunas de ellas traducidas de otros fabulistas, como la zorra y las uvas, y otras originales de la autora.

La primera impresión es la que queda :D

Una época en que no estaba bien visto que las féminas escribieran, y así Cecilia Bohl de Fáber, se transmutó en Fernán Caballero y Mary Shelley se las veía para publicar su Frankenstein. Pero Bizenta tuvo el valor de publicar. Y tuvo bastante éxito en su pequeño mundo.Eso sí, poco más. Su "Ipui onac, ceintzuetan arquituco dituzten euscaldun necazari ta gazte gueiac eracaste ederrac beren vicitza zucentzeco"(Buenos cuentos, de los que saquen hermosas lecciones los campesinos y los jóvenes vascos para inspirar su vida)

4 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

El problema es el idioma minoritario.

ROSA M. dijo...

Las lenguas aunque sean minoritarias son una riqueza y de las gentes (no de las instituciones) depende que sigan existiendo de una manera viva.
Un petó

ISA dijo...


Creo que estoy de acuerdo con Maria Jesús: a veces el problema son los idiomas minoritaris.

Si alguna vez nos vemos, hablaremos de todas las mujeres escritoras, reconocidas y afamadas en el siglo XIX y principios del XX, eso sí, anglosajonas y francesas...

Unknown dijo...

Recomiendo leer a Virginia Woolf en su necesario ensayo sobre la mujer y la novela (o cualquier otro tipo de acercamiento literario): Una habitación propia.