Septiembre y los males del mundo

Y volvemos cabizbajos y taciturnos a intentar centrarnos en la tediosa cotidianeidad de la que ilúsamente creimos librarnos por las vacaciones, mientras vas al hipermercado y todo el mundo, cual enjambre, revolotea por la sección de ofertas de material escolar.

Los de la televisión se encargan de ensañarse contándonos en las noticias que existe el síndrome posvacacional, y que la vuelta al colegio es una sangría para la economía familiar (¿No era la educación gratuíta?. Las escuelas sí, los libros, no) Quienes trabajan en la tele parece que tengan un especial interés en acentuar el malestar de los pobres currelas a los que se les acaba la libertad condicional de su descanso estipulado en el estatuto de los trabajadores, que es otro gran libro de humor junto con la constitución y los estatutos de autonomía.

Y por si fuera poco, este año están dando alarmantes coñazos en forma de virus H1N1. Es una gripe, que no sé si será más fuerte o igual que todos los años, y que hay gente que la ha pasado y sigue viviendo, pero hay que ver el por culo que están dando para mayor gloria de las cuentas corrientes bancarias de la industria farmacéutica que patentó el tamiflú.

¿Realmente es tan alarmante este virus? ¿Más que la gripe aviar del 2006? ¿Más que la gripe española del 18? ¿Más que la crisis económica con la que más de un empresario pone semblante compungido y declara un ERE para hacer limpieza étnica entre sus trabajadores, y que pague el Estado? Pues ante tal panorama, poco síndrome de malestar parece que hay. Si la vida son dos días, pensad que sólo hay una noche para aprovecharla.