Desde la base del teleférico (544 m. de desnivel)
Y se nos ocurrió que en vez de subir con el automóvil para que te cobren el estacionamiento, lo cual no quiere decir que aparques cerca, podríamos hacerlo en el teleférico (l'aeri).
Podríamos haber subido en el tren cremallera, pero eso de colgarnos de un cable nos atrae. Así que esta mañana la hemos pasado subiendo por la pendiente que hizo el Llobregat sobre la sierra. Un profundo surco entre montañas.
Las inconfundibles peñas montserratinas y el ábside del Santuario.
Arriba había lo de siempre: Turistas extranjeros, muchos, incluso de otras religiones (sintoístas, musulmanes..); colas para dar un beso en la bola que sostiene la virgen (no dice nada de las babas y la gripe porcina); bodas y gente trajeada para la ocasión, mezclada con montañeros en bermudas, camisetas deportivas con letreritos, botakas y bastón, y vendedores de mel i matò (miel y requesón). Si te pasas al mediodía, te haces un buen tapeo, porque todos te ofrecen a probar....solo falta el vino, que diría mi padre.
Lo que nos queda de vuelta...cuesta abajo.
Así que hemos pasado la mañanita tomando el sol y el aire, sobre todo en el teleférico, y comiéndoles el queso a los vendedores. Ha sido provechoso, sí, señor.
3 comentarios:
Montserrat... ¡¡¡Qué recuerdos!!! ¡¡¡Qué Aplech!!!.
Salud y Amistad
ainsss, ahora quiero ir!
mel i mató
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