Hubo una vez una artista, que cantaba con una gran voz para un rendido público reducido, recordada con cariño por mucha gente e infravalorada por tanta más. La cantante de la gran voz en euskara se llamaba Estíbaliz Robles-Arangiz (Pronúnciese "Aranguiz") Bernaola, pero fue conocida como Estitxu.
La familia Robles-Arangiz Bernaola era de Bilbao. El cabeza de familia fue un famoso dirigente sindical en los convulsos años 20 y 30 en esa Euskal Herria industrializada llena de huelgas por culpa de la crisis del 29 y las dictaduras de los militares del rey Alfonso XIII y luego de la república. Cuando la guerra ya estaba perdida, la familia bilbaína se estableció en la bucólica Laburdi (Pirineos Atlánticos), en un pueblecito llamado Beskoitze, en un caserío rodeado de verdes pastos, amables bosques y suaves colinas. La familia iba aumentando. Llegaron a ser once hijos, de los cuales, la menor de todos fue Estitxu.
La familia asentada en el cercano exilio, a un puñado de kilómetros de la frontera, ahora se encontraba infelizmente en el trozo de Francia ocupada por la wehrmacht alemana. Una mañana que los aliados ultimaban el asalto a las playas de Normandía, fijado para dos días después, nació la undécima hija de este matrimonio. Para cuando la niña Estitxu tuvo sus primeros recuerdos, el Reich de los mil años ya se había desvanecido. Jugaba en la casa con sus hermanos mayores y aprendía el euskara meloso de aquél lugar, acento que nunca perdió, ni siquiera en Bilbao. Su familia, o al menos parte de ella, volvía a su ciudad de origen. Era una familia muy artística. Los hermanos mayores de Estitxu se dedicaban al canto, baile, teatro...Alguien los bautizó como la familia Trapp de Bilbao. Estitxu aún era muy pequeña y se contentaba con aprender a tocar la guitarra en su casa.
Sus hermanos, cuarteto vocal
El día de navidad de 1967 hubo un festival musical en Bilbao. Allá se presentó Estitxu por primera vez junto a otros cantantes, como los hermanos Argoitia, un jovencísimo Natxo de Felipe, los Daiquiris y algunos más. Después de su debut, se presentó a algunos concursos populares de la canción, como al "música joven", y consiguió el primer puesto. Pronto fue bien conocida en el mundo vascoparlante e incluso llegó a ser contratada para actuar en Venezuela y México, incluso salió por la tele allá, cantando tanto en euskara como en castellano.
Desgraciadamente con Estitxu nadie se portó bien. Como era hija de un destacado dirigente sindical, y además la chica cantaba en "vascuence", las autoridades franquistas la sometieron a boicot. En el año 70, había un concierto en Bilbao, pero la delegación de información y turismo, ministerio donde gobernaba el franquista Manuel Fraga Iribarne, envió un escrito a los organizadores donde decía:
... teniendo en cuenta el humanitario fin del
espectáculo se concede autorización para la
celebración del referido festival,con las prevenciones
siguientes:
1) deberá ser excluida del festival la cantante
Extitxu (sic)
2) se hará responsable del desarrollo normal
del festival el peticionario...
Estaba claro que, aún sin saber qué narices cantaba aquella chica, se le prohibía hacerlo de manera natural por el simple heho de que su padre era un rojeras y de padres gatos, hijos mininos...al parecer. Hasta llegó a grabar canciones para que se emitieran en el programa de la noche del sábado en TVE, pero nunca llegaron a ser emitidas.
Estitxu siguió cantando. Hasta se bautizó un síndrome con su nombre. El síndrome Estitxu, es aquél por el que se percibe a una persona abnegada a la que se recurre en la necesidad, pero a la que se olvida y se infravalora. Cuando en alguna parte hacía falta algún cantante que actuara gratis, por amor al arte, allá iba Estitxu sin rechistar y ofrecía todo lo que le pedían, pero cuando había pasta para cotratar, se olvidaban de ella, porque ya estaba muy vista. Un menosprecio por todo lo alto.
La llegada del la "tansición a la democracia" (¡Ja!), la aprobación de un estatuto de autonomía con más lagunas que Finlandia y el boom de las nuevas voces en euskara, relegaron a Estitxu a posiciones discretas. En 1986 iba a sacar su nuevo disco, pero una terrible enfermedad se apoderó de ella. Después de mucha pelea, volvió a cantar, que era lo que más deseaba. Nada más empezar el año 93, Estitxu dio un recital en el teatro Amaia de Irún. Cantó con fuerza y se retiró aquél día con un «laster artio, Euskal Herria!» Aunque ella sabía que no sría así. Falleció el 24 de febrero de aquél mismo año.
Cuando era niña y escuchaba canciones sin prestar demasiada atención, de vez en cuando aparecía la poderosa voz de Estitxu con su dulce acento oriental. A la voz de Estitxu, indirectamente y a mi madre, directamente, les debo algo bastante importante que me ha marcado toda la vida.
Missing (Desaparecido)
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Me reencontré con esta peli a principios de agosto de 2024, en La 2 de
Televisión Española, cuando todavía no estaba apaciguado (¿lo está ya?) el
asunt...
Hace 1 día
7 comentarios:
Grande Estitxu. En la noche de los tiempos coincidimos en una actuación en Sestao. Nos arrolló con su simpatia y su buen rollo.
no la conocía ni había oído hablar de ella pero me ha encantado lo que has escrito y lo que he oído así que gracias por este "descubrimiento" sobre la historia cultural de nuestra tierra
No la conocía. Una historia muy interesante y muy triste.
¿Genética, corazón? Ya me entiendes, un fuerte abrazo.
Llevo desde que publicaste el post leyendo y releyendo...sin saber qué ponerte. La última canción es preciosa en cuanto a su sonoridad...ni idea de lo que cuenta.
Un abrazo!!
La conocí personalmente la primavera de 1968, en Itxasu (Lapurdi). Me cautivó!!
Hoy, 45 años más tarde he vuelto a escuchar el "Esperantzarik gabeko amodioa" de Xalbador.
Ambos son parte de la HISTORIA de una Euskal Herria que quiere vivir y amar en libertad.
Os quiero.
Irurizabal: Gracias por tus palabras. Mi madre las tenía como una de sus cantantes favoritas. Xalbador era un bertsolari muy elegante.
Euskal Herriak baditu, hauekin eta bertze gehiagorekin,paregabeko zutabeak. Milesker aunitz zure iritzia hemen uzteagatik.
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