Si alguno se ha sorprendido de que vuelva a haber elecciones es que no sabe en qué país vive. Terror porque la izquierda, aunque sea desnatada, se acerque a menos de dos metros de la cartera de un ministro. Los poderes ocultos en la sombra que pisan el parqué sito en el paseo del Prado, la calle más cara del Monopoly de la versión nacional, han hecho valer su influencia, y los políticos lacayos, bien agradecidos, les han obedecido.
La abstención es la esperanza de la derecha.
Viene muy bien que el vulgo se encorajine y grite desaforado en bares, redes sociales y salas de espera del médico eso de "Son todos unos ladrones " (Que vale, que, bueno, que eso ya lo sabemos) para añadir después "pues esta vez va a ir a votar Rita". Y Rita, no lo sé, pero la derecha se frota las manos y otros apéndices corporales, en función del género, porque ellos sí que tienen votantes fieles que acudirán con alegría e ilusión a votar para que otra vez esa amalgama de rancios, neoliberales, nostálgicos del antiguo régimen y fachas de la misma realea se lleven el gato al agua y el alquiler gratuito de la Moncloa.
Los incautos braman a la abstención.Los fatalistas dicen que no hay izquierda. Pues bien, vale, lo que sea, pero si no se va a votar, los que van a ganar por goleada son los mismos de siempre mientras la izquierda intenta encontrar todas las extremidades inferiores del felino en un cuarto a oscuras con una venda en los ojos.
Bonus extra: Hoy empiezan las detenciones de supuestos terroristas en Catalunya, quizá porque la semana que viene es uno de octubre, y como ya hace años que les dio tanto éxito y ,sobre todo, votos, aquello del "todo es ETA", están intentando repetir la jugada. Tiene un regusto a despropósito mezclado con paté de campaña electoral revenido.
Fuente del brillante Jonathan Martínez
Son capaces de seguir metiendo a gente a la cárcel, eso sí, de manera preventiva, debido a pruebas más que improbables con tal de formar un gobierno que tranquilice a toda esa gente que parece no estar, pero está y manda como si les perteneciéramos.
lunes, 23 de septiembre de 2019
miércoles, 18 de septiembre de 2019
La mantis asomada
Un insecto curioso. Curioso de aspecto y de actitud. La
mantis religiosa contempla la calle desde el pretil de la azotea. ¿Siendo una
mantis religiosa a alguien le resulta extraño que se dedique a la vida contemplativa?
Ha subido el edificio en peregrinación
hacia las alturas quién sabe si para comulgar otros bichos más cerca del cielo
divino. Y, ahora, poco a poco, en su lento peregrinar, desciende por la pared a
ritmo procesionario, aunque la procesión vaya por dentro y la mantis religiosa,
por el exterior.
Mirando al abismo
martes, 10 de septiembre de 2019
Septiembre ominoso
Llega septiembre, mes borrascoso y desapacible en el que
comienza a anochecer antes y que, además, te obliga a abrigarte. Y tú, que
vuelves de las opíparas vacaciones donde eres feliz despertando cuando lo dicta
el cuerpo y no el despertador, que no necesitas vivir al ritmo del tic tac del
reloj y que la urgencia no te va pellizcando el culo, de repente te ves sumida
en la orfandad del deprimente calendario
laboral y te fuerzas a apretar los dientes, respirar hondo y apechugar con todo
eso que odias.
Hasta las cigüeñas sobrevuelan los cielos en círculos llamando a congregarse para emprender el regreso. Ellas, a tierras más cálidas, tú a la aborrecible cotidianidad laboral que te esclaviza por horas. Bondades de nuestro primer mundo explotador y alientante.
No, no son buitres.
Porque te has creído libre y despojada de tu condición de
clase obrera y te han hecho creer que, aunque las disfrutes y puedas pagarlas,
esto funciona así. Curra como una burra (Hip, hip, hurra) durante el año y
alquila una semanita en una casa rural cerca del pueblo de tus padres, aquellos
que tuvieron que ir a la ciudad porque no había campo para todos. Y visitas pueblos preciosos y comes platos
típicos y combates con cervecita helada el calor pegajoso de agosto al lado de
la piscinita donde te das un chapuzón de vez en cuando y tu perro, que se pasa
las horas de la jornada laborable encerrado en casa esperando que vuelvas y lo
saques a la calle, corre por la parcela de la casa alquilada feliz y contento
persiguiendo todo aquello que le llama la atención. Ah, el verano, qué poco
dura.
Así está escrito. Son los tiempos del capitalismo y la
esclavitud moderna. La libertad condicional de los días de descanso según lo
estipulado en el convenio y en las leyes estatales ha concluido y has de volver
al ingrato alquiler de tu cuerpo y mente porque el sistema funciona de esta
manera. Usan tu energía vital para producir y, en compensación, te introducen
una cantidad numérica en una cuenta corriente, porque ya ni el jornal en
metálico se cobra, todo muy imaginativo.
Volver a la rutina chafa.
Y tú estás jodida con depresión postvacacional, pero debe
ser algo biológico y no social cuando
aparte de tú y de todos los curritos a los que se les ha acabado la libertad
vacacional, el tiempo está mustio, tanto que adelanta el ya de por sí gris y
tristón otoño, pero el que peor está, que viene a demostrar la debacle
biológica del fin del verano riente, es el perro. Desde que llegó ayer no ha
hecho otra cosa que estar tirado en el salón de casa. Quizá añora el jardín
veraniego donde ha correteado todo lo que ha querido. ¡Qué mala es la depresión
colectiva!
jueves, 5 de septiembre de 2019
Agur, Iñigo, nere gaztaroko musikaria (Adiós, Iñigo, músico de mis años jóvenes)
Una terrible noticia me acaba de llegar. Una necrológica que
me comunica el fallecimiento de uno de los artífices de la música con la que me
nutrí en mi juventud, lo cual lo hace aún más doliente. Una siempre ve lejanas
las muertes de otros músicos míticos, sean del club de los 27 o de los
legendarios rockeros que se excedieron
con todo tipo de sustancias, y las ve lejanas porque, generalmente, son de muy remotas tierras, pero esta vez, no. Se nos ha ido Iñigo Muguruza, un músico tan cercano que hasta diría que es de nuestra propia familia.
Iñigo Muguruza, el bajista del mítico Kortatu, que dejaba ver su arte en las primeras notas del tema 9 zulo del disco "El estado de las cosas".
Guitarrista
en Negu Gorriak, después en el grupo costero Delirium Tremens y, de nuevo, bajista en ese combo caribeño maravilloso que
tanto me gustaba llamado Joxe Ripiau.
Después de una terrible enfermedad, por fin ha dejado de sufrir .
Goian bego, Iñigo jauna.