Miraba la lluvia caer en la tarde de domingo guarecida entre las sábanas mientras pensaba que no hay nada más hermoso que esconderse de un tedioso domingo de temporal con la persona a la que amas abrazándote a tu lado, en el mismo lecho.
Buscas un refugio adorable lejos del frío gris y otoñal del odioso domingo vespertino y lo hallas en los brazos del amor, a salvo entre las sábanas, rodeada de besos, caricias, ratos de lectura, charla distendida y gotas de pasión.
Viendo la lluvia caer
Un honroso rescate de tantos domingos aburridos de la juventud fastidiada en los cines, cuando eran para todos los bolsillos, mientras la pertinaz lluvia anegaba otros planes al aire libre. Saltábamos sobre el odioso domingo por la tarde, encima lluvioso, sabiendo que este nos traería la rutina insalvable del lunes.
Pero la lluvia de ayer, aunque mojaba los recuerdos, no ahogaba la felicidad sencilla que se consigue de una caricia al calor de las sábanas. No hay sensación perezosa más entrañable.
Aprovecha.
ResponderEliminarSaludos
Me gusta leerte así. No estoy acostumbrada a esa "vena romántica" tuya.
ResponderEliminarAyer me pasó lo mismo a mí. Tus dos primeros párrafos son calcos de lo que pensé y sentí... qué gusto poder disfrutar de esos momentos, verdad?
Besos!
Hay como se nota que no teneis niños, ni perros jeje
ResponderEliminarDisfrutad, que una tarde de domingo lluviosa puede ser de lo más romantica.
Un petonet,
Neska, yo lo viví el sábado, por unas pocas horas, pero lo viviiiiii
ResponderEliminarMuxus